Este contenido puede contener spoilers. Manténgase alejado si no quiere averiguar sobre la trama de la película si no la ha visto.
Tuvieron que pasar 18 años para que volvieramos a ver una película de Dragon Ball y sinceramente me dejó con un nudo en la garganta pues quise gritar: “No es justo. Nos merecemos más”, y es que es así.
La película empieza con un pequeño corto de Gokú practicando en el planeta de Kaiosama y se entera de que hay alguien más fuerte que él, Bills, el Dios de la Destrucción. Éste, al despertar de una larga siesta, recuerda que en su sueño apareció un Sayajin Dios y quiere buscarlo. Gokú quiere pelear con él así que le pide una demostración de su poder, y con solo 2 golpes Bills derrota a Gokú. Bills va en busca de Vegeta para averiguar si el sabe sobre la existencia del SSJ Dios, pero no consigue nada. Solo hasta que todos los Guerreros Z se enfrentan con él, y terminan perdiendo, Gokú aparece utilizando las Esferas del Dragón para llamar a Shenlong y preguntarle: ¿Cómo hacer aparecer al SSJ Dios?. ¿Todo sucede por un "Dios" al que lo hace enojar no conseguir un poco de pudín? Este no es el Dragon Ball Z que conozco.
En mi humilde (y propia) opinión, esos 18 años fueron de una agónica espera por ver a un héroe de la infancia, pero esa misma espera me hizo hacerme creer que pasaría algo mejor.
A Favor: Continuación de una historia que no parece tener final y que seguiremos viviendo.
En Contra: A mi que me encantan las grandes peleas, esta pelicula me la quedó a deber.
Calificación:★★★★★★★☆☆☆ (7/10)
No hay comentarios
Publicar un comentario